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ninina

  Ninina, Ninina, vení a ver, la pigmea puso huevos y uno es grande como un melón. Mamá era tan exagerada que siempre había que dividir por tres para saber la verdad. Yo me llamo Antonia, como ella, pero los cercanos me dicen Nina. Solo  Pedro me decía Ninina y  los chicos cuando me querían sacar algo me decían Ninina,  no entiendo porque esta señorita me dice Ninina. Por ahí la conozco porque la cabeza no me da mucho. Dicen los demás, porque les juro que me puedo acordar con detalle el nombre secreto de cada pigmea. Esa se llamaba Emilia.  Eran nombres que le ponía a las gallinas, y mamá no sabía, en eso era inflexible: no tenían que tener nombre porque después nos las íbamos a  comer. En mi infancia escuchábamos misa en latín , no como después que le pusieron guitarreada y parecía una fiesta  y la gente dejo de tener miedo y andaban pecando por ahí, total, era igual. Nadie va a misa ahora, pero la “Antonia grande” como decían mis tios, me llevaba cada domingo, porque casi  fue m

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